El Tao y el Camino del Guerrero.
2da Parte
Así vemos que sólo cuando nos volvemos conscientes de que la
mayor parte de las dificultades que surgen en nuestra vida, son el resultado de
nuestra propia reacción ante la realidad que nos toca vivir, de nuestra falta
de capacidad para aceptar las cosas tal como son, de los fragmentos de nuestro
pensamiento estructurado sobre la base de experiencias que han dejado huella en
nosotros y tienen un efecto condicionante, que a la vez se cristaliza en
emociones que van distorsionando nuestra percepción de la realidad; es decir,
cuando tomamos conciencia que lo que nos impide ser felices y vivenciar la
unidad de todas las cosas, somos nosotros mismos, es cuando realmente podemos
iniciar el Camino del Tao.
Entonces nuestra práctica en las Artes Marciales será de gran
ayuda, nos dará centro, fortaleza, temple, voluntad, de forma que el mismo
esfuerzo necesario para moldear el cuerpo y refinar nuestra técnica, irá
abarcando cada vez aspectos más amplios de nosotros mismos, ayudándonos a
desarrollar ecuanimidad y ese cierto desapego necesario para trabajar con
nuestro cuerpo, nuestras emociones y poder así ir “limando las aristas” de
nuestro propio ego, que impidan que fluyamos de forma adecuada con el devenir.
No obstante debemos comprender que esto es sólo una parte, que aspectos más
sutiles deben intervenir y que la determinación y la humildad necesaria para
buscar y encontrar un maestro cualificado son aspectos imprescindibles.