El Tao y el Camino del Guerrero.
4ta y Última Parte
Antiguamente, alguien que quisiera introducirse en su
práctica, debía primero acercarse a un templo como visitante, durante al menos
un año, participando en retiros y ceremonias, mostrando siempre una conducta
adecuada y una actitud de servicio, hasta ganarse la confianza de alguno de los
Maestros del mismo. Luego, si su intención era profundizar más, y abrigaba la
intención de hacerse monje, debía conseguir que dicho Maestro lo avalara como
padrino, tras lo cual era enviado, con una carta de recomendación, a algún
templo en una región distante de su ámbito familiar. Al llegar allí, a pesar de
llevar su carta, invariablemente se le ponía a prueba, comenzando por no
dejarle entrar en el Templo durante varios días, dejándolo expuesto a las
condiciones climáticas más duras, sin comida y debiendo él mantener la
compostura en todo momento, a veces insultándolo e insistiéndosele en que es
una persona débil y tonta, no preparada para la vida monástica. Si aun así el
aspirante persistía, finalmente se le daba comida y se lo hacía entrar en una
celda a la vista de todos, donde permanecía varios días más sin que se le
hiciera el menor caso, solo cada tanto para tratar de disuadirlo de su
determinación.
Si todo esto lo aceptaba sin protestar mínimamente,
finalmente era aceptado como novicio, encomendándosele durante al menos un año,
todas las tareas más duras, que no eran pocas, recibiendo apenas una mínima
instrucción personal por parte del Maestro. Solo pasado este periodo era
ordenado oficialmente como monje y comenzaba a recibir un trato cordial por
parte de sus hermanos. A los tres años debía abandonar el monasterio, pudiendo
permanecer en él solo unos pocos escogidos por el Abad, para perpetuar el
linaje. Tras esta larga austeridad que incluía periodos intensivos de práctica
meditativa y de duros trabajos estacionales, se consideraba que por fin estaba
preparado para afrontar con ecuanimidad todos los aspectos de la vida, la mente
y las emociones, desarrollando distintos roles en la sociedad, sin dejar de
lado el Camino del Guerrero.
Considerando todo esto...
¿ Cuántas personas que conocéis en el mundo de las Artes
Marciales estarían realmente dispuestas a un entrenamiento semejante? … ¡Hay demasiado orgullo!
¿Y quién quiere rendirse de forma de confiar más en el
Maestro que en su propia mente?
¿Y quién se esmera en refinarse por amor al prójimo e
intención de servicio?
¿Podemos hacer de las Artes Marciales parte de ese Camino del
Guerrero?
“Puede que un día el
Sol salga por Occidente,
pero el Bodhisattva
(El Guerrero) tiene un solo Camino.” (T. Susuki)
Seguiremos desarrollando estos conceptos en posteriores
artículos- fragmentos, los cuales a la vez, son los aspectos esenciales que la Escuela
Wudang Shan de Granada pretende trasmitir a través de los Cursos de Formación.
Leer más fragmentos del libro sobre distintos temas....
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